viernes, 17 de septiembre de 2010

Wolfgang suis amicis salutem

Con mucho detenimiento, y no sin algo de preocupación, he leido, Luna, tu carta. Me resulta extraño y alarmante que Sueño, como lo llamas, se vaya apoderando de ti de esa manera tan singular, a tal grado que se va convirtiendo de manera lenta en Muerte.

Como ya Adonis lo explicó y tú, Luna, lo has reiterado, Sueño tiene un gran poder, cada despertar es una muerte. Si se ve con detenimiento, Sueño y Muerte no son en realidad tan diferentes. Sus modus operandi son en realidad muy parecidos. Ya los latinos en la antiguedad habían estudiado la naturaleza de ambos, creyéndolos divinidades, aunque seguramente eso lo saben mejor que yo ustedes. Así que diré, a manera de una pequeña conclusión, que concuerdo con esa antigua y mística forma de pensar, Muerte y Sueño son hermanos. La única difrencia que yo encuentro entre uno y otro es la duración: Mors est perpetuus somnus.

Sin embargo, es esta sutil diferencia la que hace a Muerte más misteriosa, más inexpugnable y al mismo tiempo más atractiva y apasionante que Sueño. ¿Por qué? Cuando uno despierta le es posible -no siempre, pero sí en muchas ocaciones- mirar lo que dejó atrás. ¿Pero qué pasa cuando no se vuelve a despertar? Los antiguos griegos creían que el alma viajaba al Hades y que ahí permanecía, inconciente, por toda la eternidad. No expondré aqui lo que yo personalmente pienso (y mi anterior afirmación no es una figura retórica, de verdad no lo voy a hacer) porque cualquiera de mis opiniones es improbable (en el sentido más literal de la palabra).

Lo que pase con los muertos no lo sé. Todos vamos a morir tarde o temprano, eso es seguro. El muerto muerto se queda y no hay vuelta atrás. ¿Qué es entonces lo realmente angustiante, lo realmente terrible? El vivo que debe enfrentar, no su muerte, sino la de alguien más.

Uno puede vivir sin esperanza, sin fe, sin nada, puede vivir en el completo nihilismo con respecto a lo que hay después, a lo que pasa luego de la muerte. Incluso puede aceptar uno mismo una creencia de que, cuando su vida se extinga, no haya nada más, sea el final para siempre y todo acabe. Uno puede resignarse a vivir así, una vida puntual. Sin embargo, cuando muere un ser querido, todo es diferente, cuando no es uno quien muere sino alguien más, todo cambia. Entonces se cree que hay un alma y se ruega con fervor, incluso con fe, para que su alma descanse. Es en ese momento cuando surge la necesidad de una vida eterna. Porque la idea de que ese alguien más se haya ido para siempre se vuelve insoportable, por ende se guarda la esperanza de poder volver a verlo. Y es insoportable en realidad, no por el miedo que causa saber que nuestro destino es común a quien se ha ido, sino porque el corazón guarda la esperanza de que esa persona pueda al menos tener un momento de paz, de eterna paz.

De ahí que muchas personas digan: "Yo no creo en una religión institucionalizada, sin embargo, pienso que debe haber un Dios". Enfrentearse a la Nada muchas veces da miedo. Por ello tu sensación, tal como la describiste: "de vacío, de muerte". Pero más importante aún. Tu te preguntas si uno es digno de vivir, o de morir. Muchas veces cuando vemos en la vida diaria gente que está clasificada como "mala", entonces pensamos que no merecen vivir, y tal vez tengamos razón en eso. Pero viene una cuestión más importanten ¿acaso merecen morir? ¿Cómo saber si la muerte no es en realidad un premio?

La vida, mis estimados amigos, está sobrevauluada, la muerte, en cambio, está muy devauluada. Cada día que vivimos nos vamos acercando un poco más a Muerte. Esta muerte que, a diferencia de Sueño, no tiene renacimiento. Jamás sabré si uno es digno de vivir, eso debe juzgarlo cada quien. Lo que sí estoy conciente es que no todos son dignos de morir. La vida y la muerte están relacionadas intrínsecamente. La condición básica para poder afirmar que un ser está vivo es solamente que sea suseptible de morir. Nosotros no planeamos ni nuestro nacimiento ni nuestra vida, así que no podemos hacernos responsables de ella, pero sí podemos tomar la responsabilidad de nuestra muerte. Entonces hay que vivir con cierta dignidad, porque aunque me pese aceptarlo, tenía razón el joven que dijo: "estén preparados porque no saben el día ni la hora".

Es por ello que me parece alarmante la manera en que Sueño se apodera de ti, pues creo que quien respeta su vida, respetará también su muerte. Quien sabe vivir, sabrá igualmente morir. Debes aprender a mirar con ojos más atentos, y no perder un mínimo detalle mientras caminas con los ojos abiertos.

Un coridal saludo y hasta pronto.

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