viernes, 27 de agosto de 2010

Del amor al odio

"Y por amor al hombre soportó hasta la muerte y ¡una muerte de cruz!, por eso Dios lo ha glorificado, y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre"...

Mas el crucificado volvió de entre los muertos, y algún día regresará para juzgar a todos. Entonces algunos le dirán: "Maestro, no me recuerdas" pero él, con una sonrisa dibujada en su rostro, con sangre aún brotando de sus manos y su costado, y con un radiante brillo en sus ojos contestará: "yo te aseguro que no te conosco". Luego los echará a las tinieblas, donde será el llanto y la desesperación. Sin embargo, a los elegidos les dirá "acerquense benditos de mi padre" y su sed de justicia será saciada, verán el espectáculo del juicio final, el espectáculo que estaba preparado para ellos, esas personas que se despreciaron a sí mismas y a las cosas de la tierra, porque tenían la esperanza en Dios. Finalmente su esfuerzo se verá recompensado.

Ese singular pueblo de singulares ideas logró difundir su ideología al rededor de todo el mundo, dice Nietzsche, mirando recelosamente, esperando el momento de atacar, el momento de consumar su venganza, tergiversando los valores, poniendo de cabeza el orden social, despreciando a todo aquel que no pensara como ellos. "Amemos a nuestros prójimos" dictaba su sentencia. Pero el prójimo sólo es aquel que se somete a las leyes de su dios. "Quien quiera ser el primero, comience por servir a los demás". Sufrir una vida vale la pena por salvar el alma, por obtener vida eterna... "Amemos también a nuestros enemigos", claro siempre y cuando nuestros enemigos crean en el mismo Dios que nosotros, de lo contrario...

La humanidad pocas veces ha visto un odio tan encarnizado hacia otro ser de su propia especie. Sólo aquellos que castigan "en nombre de Dios" han tenido tanta falta de escrupulos al torturar a sus enemigos para hacerlos confesar. Pero todo fue por amor, pues más valía que su cuerpo sufriera tormentos, a que su alma los sufriera eternamente. Te torturo porque te amo. Ese amor que surge del resentimiento, ese amor que se satisface en el sufrimiento.

¿A donde podrá escapar la humanidad? El dia del juicio llegará para todos, "estén preparados porque no saben el día ni la hora". La lucha del bien contra el mal: Tú, sí tú, ¿perteneces al grupo de los elegidos?

Disculpe usted, señor evangelista, pero es que no alcanzo a comprender como puedo amar a su dios. Es un dios vengativo y totalitarista. Es un dios celoso e intolerante. Es un dios que necesita morir para dar vida. Y todos ustedes no son más que unos lambiscones que matan por amor, por ese mismo amor crucificaron a su dios. Por ese amor sienten ser buenos y tachan de malvados a aquellos que no pensamos como ustedes. Pero el amor no puede venir del resentimiento. No comprendo que de agradable tiene el dia de juicio, cuando serán torturados todos aquellos que no "amaban" y ustedes, quiense sí lo hacía, sentirán regocijo. Al menos eso dice Tomas.

"El hombre superior debe superarse a sí mismo". Pero el "Hombre Superior" no puede vivir rodeado de tanto odio disfrazado de amor, pues eso le desgarra el corazón. El "Hombre Superior" tampoco puede aferrarse al pasado, al glorioso pasado donde había hombres nobles, a la época clásica, donde uno no amaba a sus enemigos, ni los odiaba tampoco. Aquella época donde no existía el bien o el mal, sólo lo bueno y lo malo, que no es lo mismo. Mas esa sociedad también cayó, esa sociedad no era suficientemente fuerte para poder absorber en sí tanto odio disfrazado, y terminó también por odiar, por amar, y por amor comenzó a tolerar, a soportar, a sufrir.

El "Superhombre" no ha de vivir en este mundo. ¿Qué le puede importar la lucha eterna del bien y el mal? Él sabe de desprecio y de fuerza. Él, el eterno despreciador, ¿qué sabe el "Hombre Superior" de amor o de odio al prójimo? ¿Qué sabe de voluntad y de naturaleza? ¿Qué sabe de Dios? No sabe admirar, no sabe respetar. Sabe despreciar y sabe vivir.

Él desprecia la vida y la eternidad. El "Superhombre" sabe de la muerte, la conoce y la aprecia. Él se ama y se tiene en suficiente estima para abandonar la vida. No respeta la vida, porque conoce cual será su fin. No tiene vínculos o familia. Es un ser solitario... ¿Qué sabe de cadenas o esclavos? ¿Qué sabe de obediencia y sufrimiento? ¿Qué sabe de autosacrifico quin sólo se tiene a sí mismo? Aún falta mucho para la su llegada.

O tal vez tristemente se extinga la última chispa y Dios regrese para juzgar a vivos y muertos...

jueves, 26 de agosto de 2010

Desde lo más profundo

Es un sentimiento extraño. Estar parado en la cima y ver el amplio horizonte y... sentirte tan vacío. Una adicción que te mata lenta y dolorosamente, pero sabes que no puedes dejarla, porque también te mata el no tenerla.

Es el grito que desgarra tu garganta, aquel que nadie escucha, aquel que se pierde en la nada. Son las palabras que no llegan a los oidos, se las lleva el viento y mueren.

Es el mirar al vacío, es mirar al amor como un fantasma, está ahí, frente a ti, y no puedes tomarlo. El fantasma que te acosa, te sigue, te encuentra, no hay escapatoria, no hay... no hay siquiera palabras. Es el silencio selpulcral que antecede a la muerte.

miércoles, 25 de agosto de 2010

Cierta tarde

-¿Qué estás haciendo aquí?- Pregunté intrigado al mirarla sentada en mi cama, leyendo un libro, tan despreocupada de la vida.

-Si quieres me voy- dijo en un tono algo sarcástico.

-No, no es eso. Es una grata sorpresa, sólo que no esperaba verte aqui, de hecho no imaginé verte.

-Estaba de paso, y quise venir. ¿Nos vamos?

-Claro.

La tomé de la mano y salimos de la habitación. Fuera nos cercaban un sin fin de edificios de todos tamaños. Caminamos durante largo rato mientras conversabamos de temas variados: la escuela, el trabajo, la vida, los planes.

De pronto se detuvo y me dio un fuerte abrazo. Yo la besé. Luego un profundo silencio nos invadió a ambos. Finalmente seguimos caminando hasta llegar a la cima de un monte. Ella apretó mi mano fuertemente. Luego me volvió a abrazar, como un niño temeroso abraza a su madre. Yo miraba hacia el horizonte. Una pareja pasó sobre nosotros, caminando en el aire con graciosos movimientos.

-¿Crees que algún día podamos caminar en el cielo?- Le pregunté.

Ella se encogió de hombros. "Tal vez", dijo en un susurro, luego se quedó pensando y me besó. "Es posible que caigamos" agregó "pero la muerte sería instantanea porque alcanzaríamos una gran altura, y no tendríamos tiempo de arrepentirnos". Yo sonreí, ella me devolvió la sonrisa, esa sonrisa mágica, tan llena de vida, tan misteriosa. Al ver aquella manera de sonreir mi corazón no pudo más que hincharse de alegría.

Volví a tomar su mano y seguimos caminando.

viernes, 13 de agosto de 2010

Sobre las personas que ceden el asiento

La ciudad de México es bastante caótica, desde cualquier punto de vista; las redes de transporte de la ciudad no son la excepción. La vida es ya bastánte difícil, como para todavía enfrentarnos a un sistema de transporte que tiene asientos reservados para personas que por su condición necesitan un lugar para sentarse al viajar, pero que la gente no lo respeta.

Así que generalmente va la señora embarazada o el anciano parados junto a un asiento reservado para ellos, ocupado por algún gañán que se hace el dormido para no levantarse.

Pero de todas estas personas, a las que más odio es a aquellas que sí ceden su asiento en las siguentes circunstancia: Van sentados en un lugar reservado. Llega una persona que amerita el lugar. El gañán lo mira y hace como si nada pasara. Luego, cuando está a punto de bajarse, amablemente llama a quien necesita el asiento y le dice "siéntese aquí, por favor". Y felizmente se baja del transporte creyendo que ha realizado su buena obra del día. El imbécil no tiene ningún mérito, puesto que él ya se iba a bajar, no está haciendo ningún favor, pero eso sí, su cara se nota ávida de gratitud.

Lo peor de todo es que la persona que por fin se puede sentar le agradece, como si de verdad le estuviera haciendo un favor: En primera, el idiota iba en un lugar reservado y era su obligación levantarse, en segunda está exigiendo gratitud por algo que era su obligación y que además no hizo. Así que la persona que sí requería del lugar, en lugar de agradécerle debería escupirle la cara.

Pero bueno, esto es México, celebremos el Bicentenario.

martes, 3 de agosto de 2010

A media Noche

El tiempo transcurre, yo escucho canciones de hace más de diez años. Miro mis ojos en un espejo y me parece claro que el paso del tiempo ha dejado profundas huellas. La noche es silenciosa, algún grillo canta, o algún gallo se escucha a lo lejos. Es una noche oscura y sin estrellas, no hay luna, ni nubes, simplemente un cielo negro cobija el orbe, mi orbe.

A veces la vieja herida sangra, aunque ya no hace daño, la sangre que de ella fluye no es suficiente para invocar a los antiguos espíritus de la Noche. Así estoy aquí, a media Noche, a veces queriendo que se extinga, otras veces deseando que perdure, pero todo es inútil, siempre inútil. Al final siempre amanece, al final la noche siempre regresa.

Otro minuto, otra canción, otro grillo u otro gallo. Es hora de despertar, cierto, despertar a veces es útil, pero hay que volver a soñar tarde o temprano. Otra vez y otra vez y otra vez y otra vez...

La Noche se va, la Noche vuelve, pero siempre se lleva consigo algo de felicidad y deja un poco de melancolía. Más al volver ¿Dejará tras de sí algo de felicidad?