jueves, 20 de mayo de 2010

Paseos nocturnos


Tan sólo al llegar a la bella ciudad de Zacatecas, nos recibieron con banda y alcohol ¿qué más puede pedirse luego de un viaje tan largo y pesado? Yo había permanecido de pie en el autobus durante casi todo el viaje. Había comido (o más bien robado de la mano de Ana, Luz, Lino, Chucho o Julio) papas fritas. El paseo me había caido bien luego de tanto pesar oprimiendo mi roto corazón.
Había viajado ya antes a Puerto Vallarta y a Veracruz pero, solo, no había disfrutado tanto del sonido del motor de un autobus (en muy malas condiciones, por cierto) y del interminable camino. Lo mejor de todo el viaje fue la compañía. Me sentía embelesado entre tanta gente, algo que no había sentido en mucho tiempo.
Allá en Zacatecas quedó enterrada mi vida de abstemio. No perdí el asco por el alcohol, pero decidido a saber que se siente perder el jucio me puse una borrachera a lado de mis amigos. La primera. Que lindo recuerdo... Allá mi corazón volvió a agitarse dentro de mi pecho. Allá descubirí amor verdadero... allá brilló para mí aquella "luz que nunca se apaga".
Solíamos andar de noche por las calles desiertas de la ciudad. Pero una noche en particular se nos ocurrió que podríamos ir a caminar a la linda plazuela de las fuentes bailantes. Como eramos un equipo de esos que saben organizarse, salimos algo tarde y algunos algo "enfuruñados" del hotel que nos hospedaba. Andubimos por las calles algo desubicados y sin una alma a quien preguntar por nuestro destino. Mas finalmente llegamos.
Una hermosa iglesia gótica sobresalía tras los árboles y los caminos de la plazuela. Algunos amantes noccturnos aprobechaban la falta de luz para demostrarse su amor. Yo demostraba el mío a través de mi cámara fotográfica. Así fue como logré la mejor foto del viaje en aquel lugar (si esa es la mejor imaginen como están las otras). Luego fuimos al kiosko, jugaríamos alguna cosa que he olvidado, pero al final sólo cantamos. Mi alma estaba alegre, quería bailar, quería cantar, sentía que podía volar. Y cual en los años maravillosos (parodiados en los Simpson): "Ellas no lo dijeron y yo tampoco, pero aquella noche mi alma quedó ligada para siempre a las suyas..."
No sé si fue buena idea o no, a veces duele como un aguijón, otras es dulce como la miel. Como sea, creo que ambas cosas llegan a ser parte de una abeja. ¿Será que quién quiera miel debe soportar algunos piquetes venenosos?...

3 comentarios:

  1. No sé, lo q recuerdo de ese viaje es tu miel de que era? agave? nuestra cancion mermaid sashimi, nuestras ratas asadas...

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  2. Se oye lindo... lástima que no quise ir, tenía algo de miedo

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  3. Abraham, te emborrachaste con yoghurt...

    y el camion no estaba mal, el camion de regreso fue una verdadera odisea, solo el camion, si hablamos de nuestro viaje en el camion de regreso...mejor no, y Simona la Nicte,y el Dig fotografiandole el trasero

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