A menudo nos encontramos con el fenómeno de la paramnesia, mejor conocido como déjà vu. Ese sentimiento de estar viviendo algo que ya habíamos vivido en el pasado. Nuestro presente es tan efímero que no podemos más que recordarlo en el pasado. Inútil es tratar de esforzarnos por recordar nuestro presente, por tratar de aislar aunque sea una mínima parte de él. Toda nuestra vida trascurre en el pasado, el presente es sólo ese punto intermedio entre la vida y la muerte. Una vez que la vida se extingue, el presente se va junto con ella y nos volvemos completamente pasado.
Nuestra realidad está vinculada forzosamente a nuestros sentidos. El mundo no es más de lo que nosotros conocemos de él. Cada individuo crea su mundo de acuerdo a su experiencia, y mi mundo no puede ser el mismo que el mundo de alguien más, por muy cercanos que seamos. La cercanía entre las personas ayuda a crear mundos semejantes, incluso equivalentes, pero no iguales. Todo tiene que ver con la experiencia física de quien crea su mundo. A través de la ciencia se ha intentado regular la experiencia del mundo, pero aún así no se puede lograr que los individuos perciban el mundo material de la misma manera, lograrlo sería terminar con la individualidad.
La realidad corresponde a nuestra experiencia. ¿Cómo separar entonces el sueño de la realidad? Los sueños también corresponden de alguna manera a nuestra experiencia. Un sueño puede experimentarse de manera tan vivida como la propia realidad. En verdad la línea que divide la realidad del sueño es muy delgada y prácticamente imperceptible. El sueño tiene su lógica, sus leyes, sus limitantes al igual que la realidad.
Al final realidad y sueño pueden más que ser uno y la misma cosa ¿Quién podría decir que no? Al despertar del sueño no conservamos de él más que el recuerdo de lo que fue, a veces un recuerdo claro, otras veces un recuerdo borroso, pero finalmente es un recuerdo, el sueño es parte del pasado, al igual que la realidad. De la realidad conservamos sólo recuerdos. A medida que nos alejamos en el tiempo la realidad y los sueños se funden de manera tal que podemos tener un recuerdo de la infancia sin saber exactamente si nuestro recuerdo fue un sueño o una realidad.
Puedo concluir que son la misma cosa. Nuestra experiencia no puede ser presente, siempre es pasado. La realidad y los sueños son sólo recuerdos. La delgada línea que está entre el dormir y el despertar no es siempre clara ¿Qué si las cosas son al revés? ¿Quién puede afirmarnos con certeza que lo que sentimos como realidad no es un sueño y lo que sentimos como sueño no es la realidad? Finalmente todo tenemos que analizarlo de manera retrospectiva, pues nuestro presente va quedando atrás.
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Así es mi querido Apocalypsis... a veces creo que mis sueños influyen más en mí que mi propia vida; son como relatos "ficticios" que cuentan verdades inexplicables, cuyo sentido sólo se intuye. Asímismo la realidad también es inexplicable, sólo se intuye y se interpreta.
ResponderEliminara veces es mas sencillo interpretar lo que uno sueña que lo que pasa en esta realidad en la que respiramos durante el dia, por eso siempre conviene anotar todo lo que se sueña mientras se tiene fresco en la memoria, porque cuando olvidas un sueño lo pierdes para siempre
ResponderEliminarSiempre me ha intrigado si todos vemos un mismo color verde, o cuales son mis colores conocidos y cuales son los de los demas, o como me escuchan los demas,o como es que escuchan los demas.
ResponderEliminarCezar: No creo que todos podamos ver el mismo color verde, sólo sabemos que es verde porque así nos lo dice nuestra experiencia del mundo, pero cada quien crea su mundo.
ResponderEliminarMi estimada srta. Venganza: Creo que es más fácil interpretar los sueños porque son un mundo creado por nosotros mismos y que no compartimos con nadie más. Es más nuestro que el mundo real.
Luna: Es cierto los sueños y las realidades se intuyen y se interpretan, pero la intuición es el paso a seguir, primero está la representación.
Esto me recuerda a un acertijo que leí en un libro: "Momo".
ResponderEliminarTres hermanos viven en una casa: son de veras diferentes; si quieres distinguirlos, los tres se parecen. El primero no está: ha de venir. El segundo no está: ya se fue. Sólo está el tercero, menor de todos;sin él, no existirían los otros. Aun así, el tercero sólo existe porque en el segundo se convierte el primero. Si quieres mirarlo no ves más que otro de sus hermanos. Dime pues: ¿los tres son uno?, ¿o sólo dos?, ¿o ninguno? Si sabes cómo se llaman reconocerás tres soberanos. Juntos reinan en un país
que ellos son. En eso son iguales.
No he leido Momo, pero el acertijo suena muy temporal.
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