Hay pocos recuerdos que han logrado trascender en mi memoria. Tal vez esto se deba a que carecen de importancia en mi vida; tal vez me he querido olvidar de ellos por encontrarlos amargos, tristes, horribles; o simplemente no soy muy memorioso. El punto es que, mientras leía el ensayo de Montaigne El provecho de unos es perjuicio para otros, no pude más que tener una reminiscencia y volver a mis años de enseñanza secundaria, cuando una profesora nos contó una anécdota, al parecer sacada de algún libro de superación personal, pero que me marcó de por vida, según me percaté.
Consistía el relato en lo siguiente: un pescador en un muelle sacaba cangrejos del agua y los colocaba en un par de botes que tenía allí dispuestos, uno de ellos estaba tapado, el otro no. Cuando un curioso preguntó por qué tapaba un bote y el otro no, el pescador le respondió: “los tapados son cangrejos japoneses, si los dejo destapados se agarran con sus tenazas uno a uno y hacen una especie de escalera, de manera que se salen del bote sin dejar ninguno dentro; en cambio los destapados son mexicanos, si uno trata de salir, los otros lo toman con sus fuertes tenazas y lo hunden hasta lo más profundo del bote”.
Tristemente vi mi realidad reflejada en esa pequeña anécdota. Creo yo que es la envidia y el egoísmo los que hacen que queramos sacar ventaja de las desgracias de otros.
Este año nos llenan de publicidad sobre la celebración del bicentenario de la independencia y el centenario de la revolución. Nos invaden con anuncios propagandísticos de “¿qué le vas a regalar a México?” o “tenemos mucho que festejar porque somos orgullosamente mexicanos”. Pero ¿qué orgullo habríamos de sentir por un país que en quinientos años de historia no ha podido levantarse de su fuerte caída, tras una conquista que terminó con el orgullo y dignidad mexicanos?
¿Acaso vamos a “celebrar” doscientos años de esclavitud disfrazada, de represión, de crisis económica y moral, de pobreza, de malinchismo, de desaparición de nuestras costumbres autóctonas, de vergüenza? En verdad que “el provecho de unos es perjuicio para otros”, en nuestro país se ve muy claro: mientras unos cuantos sacan provecho, varios millones nos vemos perjudicados. Pero ¿cómo cambiar una mentalidad egoísta y envidiosa? ¿Cómo impulsarnos unos a otros para que todos pudiéramos sacar ventajas sin dañar a nuestros compañeros?
Sin embargo, gritaremos “viva México” y nos sentiremos orgullosos durante una noche iluminada por pirotecnia, siendo mexicanos, viéndonos como hermanos durante unas horas, creyendo que valió la pena derramar sangre de nuestros “héroes” patrios; cantaremos “mexicanos al grito de guerra…” y seremos un solo pueblo; al menos durante una noche, todos reunidos en la plancha del zócalo, mientras no faltará el verdadero “buen mexicano” que extraiga, con increíble sigilo y precisión, la cartera de nuestro bolcillo.
No sé quien dijo: “la unión hace la fuerza”, y sé que fue Julio César, aunque no recuerdo en dónde, quien dijo “divide y vencerás”. Ambos dichos dieron resultado en algún momento. En nuestro país siguen dando sus frutos. Mientras nos dicen “la unión hace la fuerza”, todos juntos como mexicanos a celebrar la gran fiesta de México; lo que no nos dicen es que bajo la apariencia de igualdad, nos dividen y fragmentan para vencernos. México jamás ha sido un solo pueblo. Y gracias a los que predican que nos unamos –mientras nos dividen de maneras muy astutas– jamás lo será.
domingo, 11 de abril de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
justamente hablaba de estas cosas con mi malinchista hermana quien acaba de regresar del extranjero y no para de suspirar diciendo "ojalá pudiera volver" me parece patético ese malinchismo pues una persona excepcional lo es en donde sea, yo se que yo lo soy pues yo leo, escribo, estudio, no robo, no perjudico, no tiro basura...si mas mexicanos fueran excepcionales podriamos entonces gritar con verdadero orgullo "viva México"
ResponderEliminarTristemente las cosas son así en este, nuestro México,; y a la gente le encanta hacer leña del árbol caído, aunque me consuela saber que en ese aspecto en todos lados se cuecen habas =)
ResponderEliminarel porque del malinchismo es una cosa no muy difícil de entender si lo pensamos un poco, allá afuera te atacan con miles de imágenes de la persona, el mundo, y demás cosas superfluas pero “perfectas” que poco o nada tienen que ver con la realidad del mexicano:
Que si la piel blanca y los ojos claros, que si el cuerpo delgado y esquelético porque así lo dicta la moda, que la forma de hablar, y un montón de cosas mas cuando nuestra realidad es otra, no mala pero si diferente.
Recuerdo mucho a una compañera de la vocacional que decía q le daba pena decir q es mexicana, como sino se le notara en la cara, aunque creo q a México le debería dar pena decir q esa cosa salió de su tierra.
Yo por mi parte estoy orgullosa de ser lo que soy, se q eso no cambia mucho, pero de uno en una y de poquito en poquito –espero- vayan cambiando las cosas